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Contamos con caballos adiestrados para la enseña

Aprendizaje




NOCIONES SOBRE EL APRENDIZAJE EN EL CABALLO

Las clases y las sesiones de entrenamiento se basan en un concepto de repetición: repetimos el mismo ejercicio, el mismo salto, la misma figura de pista... durante horas. Pero, ¿cuándo saben el jinete o el caballo si el ejercicio ha sido ejecutado correctamente? A veces estas sesiones dan sus resultados, sobre todo para el jinete que debe aprender a base de repeticiones a tener un buen asiento y a dar las ayudas correctamente. Pero pensemos en la cantidad de veces que hemos estado dando vueltas y vueltas alrededor de la pista pidiendo un ejercicio al caballo sin éxito o, incluso, empeorando la situación a medida que pasaba el tiempo.

El caballo, como el hombre, tiende a repetir situaciones agradables y a evitar las desagradables. Estimular un comportamiento deseado es tan sencillo como usar la recompensa cuando éste se produce, creando así una sensación positiva. Entonces vemos a jinetes dando grandes palmadas sobre el cuello del caballo y gritando exaltados “¡bieeeen!” tras un buen recorrido de salto; ¿Significa esto verdaderamente una recompensa para el caballo?

La etología equina es la ciencia que estudia el comportamiento natural del animal. Conociendo el funcionamiento de los sistemas internos del caballo y estudiando las causas de su comportamiento podremos entender las diferentes formas de aprendizaje y su influencia en el caballo. En vez de seguir siempre el mismo método al pie de la letra, con resultados más o menos satisfactorios, podremos emplear diferentes formas de educación y de entrenamiento, adaptando el trabajo a las cualidades de cada caballo y multiplicando así su potencial y su rendimiento. No sólo aumentaremos las maneras de abordar un problema o un ejercicio, sino que además seremos concientes de lo que realmente ocurre en la mente del caballo sabiendo en todo momento si éste ha entendido lo que le hemos pedido o si necesita consolidar el ejercicio, garantizando así resultados duraderos.

Avanzar paso a paso sin quemar etapas es una de las garantías del éxito en el entrenamiento, incluyendo el trabajo con potros, el entrenamiento avanzado y el manejo a pie. El acercamiento etológico, que se inspira directamente en la ciencia de la etología, aparece como un instrumento eficaz para el dominio de las diferentes formas de aprendizaje. Luego, ¿cómo enseñar algo a un caballo?

La reacción del caballo dependerá directamente de su jinete y de la sensación, agradable o desagradable, durante y después del ejercicio. Si deseamos estimular un comportamiento concreto como, por ejemplo, una actitud relajada y reunida, grupa y cuello en “su sitio”, debemos crear una asociación positiva recompensando al caballo cuando nos dé la respuesta adecuada. Un caballo dirigido por medio de ayudas coercitivas tendrá tendencia a mostrar comportamientos no deseados (mecanismos de defensa) tarde o temprano. Pretender que el caballo nos dé el movimiento deseado completo a la primera tentativa no es realista, la clave está en descomponer el ejercicio pidiendo esfuerzos muy sencillos al principio y aumentando la complejidad de la tarea de manera gradual. Para enseñar al caballo la cesión a la pierna, primero nos contentaremos con un ligero movimiento lateral, después pediremos un tranco entero, luego dos, tres ... y, por fin, exigiremos un grado de incurvación correcto, impulsión, ritmo y reunión.
¿CÓMO RECOMPENSAR A UN CABALLO?

Para un caballo, la recompensa debe satisfacer directamente una o varias necesidades vitales. El instinto gregario y la necesidad social se sitúan a la cabeza de las prioridades del equino. La caricia será la primera recompensa que cubrirá esta necesidad social ¡pero los caballos no se dan palmadas en el cuello! Presiones con las yemas de los dedos en la base de la crin y en la cruz imitarán los mordisqueos que se dan los caballos entre ellos como señal de afecto.

El descanso, la cesión de la presión y de la actividad ofrecerán al caballo un momento de relajación. Es muy importante para el equino disfrutar de momentos en “campo libre de tensión” (estado en el que no hay generación de estrés) ya que no está concebido para soportar largos períodos de concentración y éstos le suponen un gran desgaste mental. La aplicación de presiones superiores a las necesarias es una fuente de estrés para un animal de gran sensibilidad. La cesión de la presión en cuanto el caballo responde y la aplicación de presiones mínimas son fundamentales. Si queremos ganar fineza y ligereza debemos darle la oportunidad de que responda a presiones sutiles.

Por último, la comida es la recompensa más popular, pero aunque responde directamente a la necesidad de alimentación debe usarse correctamente y con cuidado. El caballo estabulado no disfruta de un método de alimentación natural: salvo que disponga de comida a voluntad, pueda alimentarse de 14 a 18 horas diarias y pueda elegir su propio pasto, entonces sí se encontrará en una situación natural. Estos factores hacen que la gran mayoría de los caballos sufran trastornos alimenticios más o menos visibles. El más común es la reacción de ansiedad ante la comida, e incluso el desarrollo de actitudes agresivas. El empleo de golosinas para recompensar al caballo puede acentuar ciertos comportamientos ansiosos y el caballo fija su atención en la comida olvidando el ejercicio en el que debería estar trabajando. Si queremos darle una alegría al caballo es más recomendable dejarle una buena ración de zanahorias en el comedero de la que podrá disfrutar con tranquilidad tras la sesión de trabajo.
Al igual que buscamos recompensar la actuación del caballo, también es importante no premiar comportamientos no deseados. Ceder la presión aún cuando el caballo no nos haya dado la reacción que buscamos le enseñará a resistir y a esperar a que el jinete se canse y deje de solicitar el ejercicio, tanto a pie como montado. De la misma forma, darle una golosina al caballo cuando nos empuja le indica que puede invadir nuestro espacio, sacudirnos y pisarnos.

Un refuerzo positivo primario satisface directamente una o varias necesidades vitales como el mordisqueo con los dedos (necesidad social), el descanso (campo libre de tensión) y el alimento. No obstante, un refuerzo positivo secundario (cualquier estímulo no relacionado directamente con las necesidades vitales) puede convertirse en primario si ambos son aplicados exactamente al mismo tiempo. La etóloga Danièle Gossin ha demostrado que el caballo es capaz de entender y de memorizar hasta 180 palabras. El empleo de una palabra agradable como “bien” o “buen chico” al mismo tiempo que la caricia aportará a la palabra el mismo valor que cualquier otro refuerzo positivo de primera categoría. Es bien conocida la utilidad de la voz en diferentes situaciones (para calmar al caballo frente a una situación estresante, para estimularlo a la hora de saltar, etc.) y representa una ayuda de gran valor que no ha de ser menospreciada.
LAS FORMAS DE APRENDIZAJE

Existen una gran variedad de formas de enseñar al caballo y, aunque muchos hemos visto parte del trabajo de adiestramiento de animales tan comunes como perros y delfines, el caballo ha de ser estudiado de manera particular ya que su naturaleza es muy diferente.

El reflejo condicionado clásico de Pavlov (asociación de un estímulo concreto con una reacción), la repetición y el refuerzo negativo son los métodos de educación más empleados pero, paradójicamente, no son los más adecuados para las capacidades del caballo y no aprovecharán el máximo potencial de éste. Los condicionamientos y las repeticiones no sólo carecen de riqueza sino que además no solicitan la intervención de las células nerviosas cerebrales y, al cabo de un tiempo, las neuronas no estimuladas acaban por destruirse. El caballo posee un neo-córtex muy desarrollado; lo que significa que podríamos tener caballos que aprendieran a medir las distancias entre salto y salto solos, caballos capaces de adaptar su tranco al terreno sin tener que preocuparnos por que tropezaran o se alcanzaran y caballos que entendieran que los plásticos y otros objetos desconocidos no son objeto de peligro.

Optimizar el rendimiento del caballo y conseguir ejemplares serenos y motivados es tan sencillo como aplicar las formas de educación correctas y adaptadas. Cada caballo posee un temperamento diferente; no se les podrá someter a todos a la misma rutina de ejercicios, ni pedirles a todos las cosas de la misma manera. El condicionamiento operante consiste en la propia selección del comportamiento en determinadas circunstancias: ponemos al animal frente a un problema y dejamos que éste encuentre la solución. Es una forma de aprendizaje muy estimulante y apropiada a las características mentales del equino que da resultados muy rápidos. También podemos desarrollar el aprendizaje por imitación, que es el primero al que recurre el potro desde sus primeros días y que mantendrá a lo largo de toda su vida.

El refuerzo positivo, la desensibilización, la extinción y el aprovechamiento de la propia capacidad de aprendizaje son aún otras formas de educación que manejan con maestría los etólogos y los entrenadores expertos pero que están al alcance de todos y que pueden emplearse con éxito a la hora de enseñar y de entrenar al caballo.

Comprender la naturaleza del caballo nos permite trabajar directamente sobre las causas de los problemas y emplear diferentes formas de educación que nos abrirán las puertas a un sinfín de posibilidades y mejorarán la calidad de vida del animal.


APRENDIZAJE POR ASOCIACION


Se asocian tanto las cosas agradables, como las desagradables. A esto se le llama en psicología "reforzamientos negativos y positivos". Los positivos son sensaciones agradables y los negativos son las desagradables y entre ellas, las dolorosas. 
Los reforzamientos equivalen a los premios y castigos, con una gran diferencia:
se realizan inmediatamente, mientras que los premios y castigos no se hacen en el instante en que el caballo lleva a cabo la acción que se debe reforzar (negativa o positivamente). 
Me explico: Un premio es cuando después de montar, te bajas y le das una zanahoria a tu caballo o le pones un poco de comida a su alcance. Un reforzamiento (positivo) es la SUSPENSIÓN de la presión de la rienda cuando se detiene o realiza un giro. Un castigo es cuando el caballo te pega un mordisco, tú te inclinas, agarras un fuete y después le pegas con él. El caballo creerá que le pegaste porque no se retiró a tiempo y no corregirá su actitud, pues creerá que lo malo no es morder, sino no haber sido suficientemente rápido, así que lo convertirás en un caballo que muerde y huye con mucha eficiencia. En cambio, si lo que haces es encontrar su boca a medio camino entre su posición original y tu brazo, el caballo se dará cuenta que la acción correctiva, aunque no sea severa, es eficiente e impide que pueda consumar su deseo de morder. El resultado es que el caballo deja de intentar morder, aunque el correctivo (reforzamiento negativo) sea mucho menos fuerte que los fuetazos que le diste como castigo. En este ejemplo resulta muy clara la ENORME diferencia entre el manejo tradicional y el racional.
En términos generales, para que una acción  sea un reforzamiento, debes realizarla antes de 2 segundos, de lo contrario, se convierte en un premio o castigo y por supuesto, lejos de solucionar tu problema, generalmente lo agrava. 
Por eso los premios y castigos NO son útiles para educar a un caballo, porque no se apoyan en la capacidad (del caballo) de asociar el estímulo con su comportamiento si este no se lleva a cabo de inmediato (menos de dos segundos).
En cuanto al estímulo doloroso como reforzamiento negativo, no sólo no es bueno en muchos casos, sino indispensable. Los besos y abrazos no resuelven cualquier situación. Hay caballos que requieren una actitud más FIRME de parte del manejador o jinete pues tienen actitudes que pasan de ser inconvenientes, a ser peligrosas para el humano o para otros animales.

Dos situaciones diferentes: 1.- Mal comportamiento cuando tira una cos o un mordisco a un caballo que se aproxima y 
2.- Rehusarse a pasar por un charco, saltar el foso de una pista, aproximarse a un lugar determinado del picadero, acercarse a cualquier cosa (barriles, bolsas de plástico, remolques -van-, lonas, obstáculos de salto, etc.) o a dejar que se le coloque un objeto que lo intimida (silla, freno, jinete, herradura etc.) . En el primer caso, el caballo está tomando una decisión agresiva, posiblemente debida a su temperamento dominante y puede ser reprendido mediante un reforzamiento negativo PROPORCIONAL en intensidad a la actitud asumida; en el segundo caso, el caballo decide no pasar, acercarse, entrar en el van o dejarse colocar algo, porque tiene MIEDO. En este caso, la mínima acción como reforzamiento negativo o castigo, es CONTRAPRODUCENTE, pues el caballo asociará el dolor con el objeto que lo origina incrementando su temor, en lugar de atenuarlo. Lo que debe hacerse es insensibilizar al caballo al estímulo que lo asusta, mediante el procedimiento de aproximación y repliegue gradual, no OBLIGÁNDOLO a aceptar lo que se le pide.
En  el manejo tradicional no solamente se hacen cosas incorrectas, sino que se hacen en sentido contrario a lo que se debe, empeorando los problemas en lugar de resolverlos. El manejo tradicional produce círculos viciosos, mientras que el racional establece círculos virtuosos que le permiten al caballo superar cada vez más sus temores naturales o comprender cada vez más eficientemente las señales que les damos, suavizándose a la rienda, acicate, pierna, asiento, voz, etc.